Ya me referí en otros editoriales, a la importancia del dominio del dibujo y del color como bases fundamentales en las que se debe sustentar todo buen artista que se precie, a lo cual quiero añadir que, para conseguir una buena realización, especialmente si es figurativa o realista, es condición sine qua non, el dominar la técnica del difuminado, la cual empezaron a denominar en el Renacimiento sfumato, y que atribuyeron su inicio a Miguel Ángel, y no es otra cosa que, tanto en el dibujo como en pintura, la suave degradación tonal o transición entre un color y otro, dotándolo así al objeto representado de realismo, naturalidad y un efecto visual de más calidad y credibilidad, quitándole la tosquedad de aquellas realizaciones que, bien por impericia u otras razones, no lo realizan, como comenzaron con el postimpresionismo y el fauvismo, pero esa es otra historia y otros estilos. Si uno quiere aprender bien a dibujar y pintar, aunque posteriormente evolucione hacia formas de expresión más vanguardistas, debe dominar el difuminado, si no, sus realizaciones serán toscas o defectuosas desde un punto de vista de realización ortodoxa, y esto es imprescindible, para los que están en proceso de aprendizaje, formación o perfeccionamiento, cuando esto lo tengan dominado, tiempo tendrán de experimentar y evolucionar si se sienten llamados por otros derroteros expresivos, pero aun así, incluso si se decantan por la expresión abstracta, el haber dominado el famoso sfumato, les hará conseguir realizaciones de mayor calidad, es algo que yo he podido constatar en la práctica y que siempre recalco a mis alumnos, no hay un buen pintor si no domina el difuminado.
Algunos críticos e historiadores han ponderado a determinados artistas erróneamente con graves carencias en este sentido por desconocimiento por ambas partes de dicha técnica.
Pedro Ortiz
(Editorial del mes de febrero de 2017 de la Asociación de Artistas Alicantinos)