La importancia del difuminado

11 02 2017

Ya me referí en otros editoriales, a la importancia del dominio del dibujo y del color como bases fundamentales en las que se debe sustentar todo buen artista que se precie, a lo cual quiero añadir que, para conseguir una buena realización, especialmente si es figurativa o realista, es condición sine qua non, el dominar la técnica del difuminado, la cual empezaron a denominar en el Renacimiento sfumato, y que atribuyeron su inicio a Miguel Ángel, y no es otra cosa que, tanto en el dibujo como en pintura, la suave degradación tonal o transición entre un color y otro, dotándolo así al objeto representado de realismo, naturalidad y un efecto visual de más calidad y credibilidad, quitándole la tosquedad de aquellas realizaciones que, bien por impericia u otras razones, no lo realizan, como comenzaron con el postimpresionismo y el fauvismo, pero esa es otra historia y otros estilos. Si uno quiere aprender bien a dibujar y pintar, aunque posteriormente evolucione hacia formas de expresión más vanguardistas, debe dominar el difuminado, si no, sus realizaciones serán toscas o defectuosas desde un punto de vista de realización ortodoxa, y esto es imprescindible, para los que están en proceso de aprendizaje, formación o perfeccionamiento, cuando esto lo tengan dominado, tiempo tendrán de experimentar y evolucionar si se sienten llamados por otros derroteros expresivos, pero aun así, incluso si se decantan por la expresión abstracta, el haber dominado el famoso sfumato, les hará conseguir realizaciones de mayor calidad, es algo que yo he podido constatar en la práctica y que siempre recalco a mis alumnos, no hay un buen pintor si no domina el difuminado.

Algunos críticos e historiadores han ponderado a determinados artistas erróneamente con graves carencias en este sentido por desconocimiento por ambas partes de dicha técnica.

Pedro Ortiz

(Editorial del mes de febrero de 2017 de la Asociación de Artistas Alicantinos)

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Lo que debería hacer un jurado… que sea respetable

3 12 2016

Partamos de la base que ser jurado y actuar con objetiva justicia es difícil, pero no imposible.

Tras asistir a la entrega de premios del Certamen Pastor Calpena de pintura, me veo impelido a comentar cómo debe actuar un jurado para hacerlo aceptablemente bien, cosa que allí no se dio ni por asomo, desprestigiándose con tamaña actuación.

Primero se deben seleccionar obras con un mínimo de calidad, sean del estilo que sean, y de las más variopintas técnicas, pues no por ser vanguardistas todo vale.

Premiar de lo bueno, lo mejor y, si existiera, lo excelente.

Dentro de lo mejor, lo más artístico, y dentro de esto, lo más original o aquello que por su expresividad, más emociones, fuerza y expresividad trasmita al espectador, nos cuente una historia o trasmita un mensaje que conecte de manera irrefutable con todo el que contempla la obra. Si lo hace, es que ha realizado una obra con garra y calidad.

Así mismo, se deben rechazar aquellas otras obras del estilo que sean, que nos dejan indiferentes o se observa claramente que no hay un sentimiento ni un mínimo de profesionalidad en su ejecución, sino que es un trabajillo manual de experimentación y si cuela… ¡qué bien! No deberían aceptarse -y mucho menos premiar- esperpentos, que ofenden la sensibilidad de buenos y contrastados artistas con sus trabajos de largas trayectorias.

Me consta la participación de varios artistas de ese calibre, que son compañeros de la A.A.A. Y su enfado ante lo seleccionado, y peor aún, lo premiado.

Panorama sombrío artísticamente y que dice muy poco en favor de dicho certamen.

Pedro Ortiz

(Editorial del mes de diciembre de 2016 de la Asociación de Artistas Alicantinos)





El advenimiento del arte abstracto

14 05 2016

Desde el Renacimiento, con la introducción de la perspectiva y de una mayor perfección en la realización de las obras pictóricas, que culmina con el realismo de Courbet, comienza una etapa de ruptura con todo lo anterior y la ortodoxia académica, dándose distintos ismos. El primero, el impresionismo, luego, el postimpresionismo, del que se deriva el fauvismo con su máxima figura Cézanne, considerado el padre de toda la pintura moderna, al que siguió Matisse, y posteriormente se llega al cubismo con Picasso, Braque y Juan Gris como los más destacados de este ismo. Pues bien, fue justamente la llegada del cubismo, sobre todo el analítico, también denominado cubismo hermético, por la dificultad de interpretación ,junto con la extensión de la fotografía a principios del siglo XX con la que se consiguió una reproducción totalmente fidedigna de las imágenes, lo que finalmente supuso que el arte buscara otros derroteros y formas de expresión plástica, desarrollándose distintos tipos de abstracción y un camino franco hacia un arte totalmente libre de ataduras académicas, que llega hasta nuestros días con los ready mades, performances, instalaciones, arte conceptual y otras obras de difícil catalogación.

La fotografía dio pie a todo esto, pero cada vez más es considerada como otra modalidad dentro de las artes plásticas, habiendo cobrado hoy un gran protagonismo, con técnicas mixtas de manipulación con ordenador y consiguiéndose realizaciones asombrosas, y en otras ocasiones mezclando fotografía y pintura. Todo vale si el resultado es satisfactorio e impactante y realmente así es muchas veces.

Actualmente y paralelamente se dan en abundancia obras hiperrealistas que se confunden con el mimetismo fotográfico. En fin… vivimos un tiempo de gran eclecticismo.

Pedro Ortiz

(Editorial del mes de mayo de 2016 de la Asociación de Artistas Alicantinos)





Los juicios de valor y sus distintos planteamientos

7 04 2016

Con motivo de la última tertulia, en la que debatimos sobre el ínclito y controvertido Emilio Varela, considero oportuno las siguientes reflexiones:

Vaya por delante que toda opinión es respetable, porque contra gustos no hay disputas, pero bien es verdad, que aunque cuando se hace una valoración crítica sobre un artista es realmente difícil ser totalmente objetivo, unas opiniones están cargadas de más subjetivismo (actitud de quien juzga según sus opiniones personales y ve la realidad solamente a través de su afectividad), y otras no se dejan obnubilar por los comentarios de ciertos personajes conocidos e interesados u obnubilados por oscuros intereses, se atienen más al objetivismo (doctrina según la cual el valor de los postulados morales es independiente de la opinión o conciencia de los individuos) atendiendo más a la realidad objetiva, intrínseca a la obra en tela de juicio.

Por ejemplo, si Varela tenía graves fallos de dibujo y desconocimiento de la perspectiva, esto es una realidad visible en muchas obras suyas; si tenía una paleta de colores sucios, como si no daba volumen a sus creaciones, ni profundidad, son realidades objetivas.

Si el artista Eduardo Lastres y otros lo califican como el mejor y más importante pintor de Alicante y Valencia en la primera mitad del siglo XX, esto, aparte de ser muy subjetivo, es una exageración y un despropósito como juicio de valor, pues supone dejar en muy mal lugar a sus maestros como Sorolla y otros muchos coetáneos estupendos, no siendo nada objetivos.

Estas consideraciones no son estrictamente personales, sino compartidas con gente avalada y autorizada por sus carreras, sus conocimientos profundos de Historia del Arte y de las técnicas, pero que lo han enjuiciado desde la objetividad sin quitarle sus pequeños logros, como en algunos autorretratos y alguna obra en particular, con lo cual estoy de acuerdo, pero no lo subliman como otros al Olimpo de los grandes artistas, ni mucho menos.

Da la impresión de que hay desde hace décadas un interés poco claro en alzarlo a un puesto en la historia inmerecido, pero dada la escasa calidad, no lo están consiguiendo.

Pedro Ortiz

(Editorial del mes de abril de 2016 de la Asociación de Artistas Alicantinos)





Hiperrealismo: matizaciones

28 01 2016

El hiperrealismo es una tendencia radical de pintura surgida en EEUU a finales de los 60, pero fue el arte pop su precursor. Se dan en él una iconografía de lo cotidiano, imágenes neutras y estáticas. Y el Realismo Mágico, que se da hacia 1920, consiste en la introducción sin énfasis por un artista con un estilo aparentemente sencillo y preciso, de un elemento inesperado y lo improbable en una obra predominantemente realista, que crea un efecto maravilloso y deja al espectador desconcertado, aturdido o agradablemente maravillado.

La reacción hiperrealista en 1960 también despertó un nuevo interés en los antecedentes mágicorrealistas de los 20.

Con esta introducción quiero poner de manifiesto que Antonio López, del cual conozco bien su obra y evolución, está muy alejado del realismo fotográfico americano estático y sin alma, y algo más cerca del realismo mágico, porque lo que crea su pintura en el espectador es una ilusión óptica de la realidad, pero sin una reproducción mimética o fotográfica de las formas, como hacen muchos de los pintores que se han visto inspirados por él. Algunos reproducen fielmente todas las formas de una forma muy fidedigna o fotográfica, pero con un resultado frío y desangelado. Antonio López, que no se reconoce hiperrealista, con un análisis profundo y largo en el tiempo va captando y trasmitiendo con manchas unas sensaciones, un espíritu, un ambiente entroncado con la pintura Velazqueña, y a la vez hace un realismo actual y vanguardista, no relamido como el de tantos imitadores que le han salido.

Cuando se pinta hiperrealista, el autor no se puede permitir la veleidad de cometer fallos de dibujo o perspectiva ni de colorido o difuminado, como veo con frecuencia, porque llaman más la atención y desmerecen más si cabe.

En la pintura de Antonio López existe una meditación y estudio profundo, es pintura hecha desde el sentimiento y no una mimética reproducción de formas, sino manchas sugerentes. El cuadro perfecto no existe, pero sí su autoexigencia y capacidad de captación de detalles que quiere ir incorporando o modificando a lo largo del tiempo.

Considerar a Antonio López hiperrealista es encasillarlo demasiado. Es algo más.

Pedro Ortiz

(Editorial del mes de febrero de 2016 de la Asociación de Artistas Alicantinos)





La pintura nos habla

12 10 2015

Hay quien opina que la pintura es una de las labores menos prácticas o de menos utilidad que se pueden dar. Yo personalmente considero que esto para los que amamos el arte y lo sentimos no es así.

En principio y a través de la pintura de antiguas civilizaciones, rupestres, egipcias, etc., se han conocido “modus vivendi” de nuestros ancestros. Cuando no existía la fotografía, las pinturas costumbristas nos daban cuenta de cómo se vivía o se vestía.

Y cuando ya se posee una sensibilidad y un bagaje cultural artístico suficiente para tener una capacidad de análisis, más allá del simple me gusta o me disgusta, toda obra de arte nos está hablando, estableciéndose un dialogo con el espectador sensible, mostrándonos no sólo el tema de la obra, sino que si somos agudos podremos apreciar el carácter del artista, su estado anímico, su personalidad, sus conocimientos y dominio del oficio o carencias, su profundidad de pensamiento, si es sincero en su trabajo o se deja llevar por las modas, o si está encasillado en el academicismo o la comercialidad circunstancial.

Me gustaría añadir sin ánimo de minusvalorar ese tipo de trabajos, que cuando éstos más se acercan al mimetismo de lo real y fotográfico, aportando menos creatividad, los análisis y el diálogo mudo con el espectador serán menos ricos (más allá del asombro del virtuosismo de la realización). Siempre se ha analizado y valorado mejor a los grandes maestros cuando, ya alejados del academicismo y el corsé de la ortodoxia, se han mostrado en plenitud con su estilo personal e inconfundible.

Terminaré diciendo que si hay un lenguaje universal, éste es el dibujo y la pintura, independiente de nacionalidades, superando barreras lingüísticas e ideológicas, estimulando nuestro cerebro, despertando conciencias… La pintura es maravillosa y útil.

Pedro Ortiz

(Editorial del mes de octubre de 2015 de la Asociación de Artistas Alicantinos)





El gran Sorolla

2 09 2015

He oído afirmar a varias personas artistas y con bagaje cultural de cierto nivel, que Sorolla no es impresionista, y considero esta afirmación un craso error.

Sorolla junto a Regoyos, Rusiñol y Casas son los más claros exponentes del impresionismo español, todos ellos distintos entre sí y con maneras diferentes de expresar su arte, como muy diferentes también lo fueron el grupo calificado del Impresionismo Francés.

Cierto es que, como todos, tuvo sus evoluciones, comenzando con una pintura más realista y academicista, para pronto, tras conocer a los impresionistas franceses y a Singer Sargent y Zorn entre otros, manifestarse como uno de los mejores impresionistas mundiales.

Los impresionistas tenían en común el afán de captar la luz del momento de forma rápida y con una pincelada suelta y empastada, apenas difuminaban dejando que la retina, mediante una ilusión óptica, hiciese esa fusión del difuminado, y no reparaban en grandes detalles como hacía la pintura más realista. Pues bien, todo esto lo hizo de forma magistral Sorolla. Lo de captar la luz lo consiguió tanto, que se le calificó de pintor luminista, “el pintor de la luz”, y sus pinceladas son de lo más vigoroso y suelto que se puede contemplar dentro de todo el panorama impresionista mundial, con uno de los mejores resultados plásticos que se hayan podido dar. Gran expresividad plástica con economía de esfuerzo, eso es arte en una de sus mejores versiones.

También se le ha calificado de postimpresionista, cuando fue avanzando con los años o hacía apuntes rápidos. Pero está clarísimo que, en definitiva y con su personalísimo estilo, tan imitado por miles de pintores, en esencia es y ha pasado a la historia del arte como el máximo exponente del Impresionismo español, con buena cotización internacional, pero no la que se merece su calidad artística, que para mí es superior a la de todos los franceses de dicho movimiento, sin querer menospreciar a éstos, pero Sorolla era español y nosotros, que en vez de chauvinistas, somos esnobistas, valoramos más lo foráneo que lo propio.

Pedro Ortiz

(Editorial del mes de septiembre de 2015 de la Asociación de Artistas Alicantinos)





Quién es pintor

22 07 2015

Recientemente me hicieron esa pregunta, para la cual tengo una respuesta muy clara:

Es pintor aquella persona que vive para la pintura y el arte desde el momento en que lo descubre y éste aparece en su vida como una vocación y que ya no concibe la vida sin practicar este noble arte, y todo lo mira y lo observa con ojos de pintor, buscando en todo lo que le rodea su plasmación de forma pictórica o plástica, dando rienda suelta a sus sentimientos, a su particular manera de percibir los objetos, la belleza de los paisajes o figuras o la transmisión de distintos sentimientos de lo más variopinto, ya sean de alegría, de rabia o desesperación, de sosiego o de inquietud por cualquier tema. Es como el escritor que tiene la necesidad de plasmar lo que lleva dentro, pues el pintor lo hace a través de sus obras.

Y añado más. Cuando uno está enamorado del arte, nunca se siente satisfecho por lo logrado y busca sin descanso hacerlo mejor o expresarse de forma distinta y personal, lo más difícil, ya que es realmente labor ardua destacar entre tantos pintores y hacerlo de forma original, que lo identifiquen a uno sin necesidad de firma, por estilo propio. Por todo ello, es una necesidad vital pintar sin descanso. No importa la hora, ni el día, ni la edad. Como otras profesiones vocacionales, el pintor nace, y luego se hace, y lo es siempre hasta que se muere. Nunca se jubila uno de la pintura, ni de la pasión por emocionarnos con nuevas obras, nuestras o ajenas; es un enriquecimiento y aprendizaje sin fin.

Y no es sólo pintor aquel que vive de la pintura, porque si así fuera, Van Gogh, por ejemplo, no vendió más que un cuadro, y ¿acaso no fue un gran pintor? Sí, porque vivió para pintar como si fuera su religión.

Ser pintor es ver y vivir la vida de un modo distinto y apasionante, algo más que una afición.

Pedro Ortiz

(Editorial del mes de junio de 2015 de la Asociación de Artistas Alicantinos)





Fernando Soria in memoriam

5 05 2015

Tuve el honor y la satisfacción de conocerle y tratarle personalmente. Hacia finales de los sesenta, él era ya un pintor consagrado y en plena madurez artística, y yo un joven que hacía pocos años que había empezado a pintar y que tenía mucho que aprender.

Como hombre afable en el trato y cercano, en la primera visita que le hice a su casa de la Albufereta, cuando me mostró parte de sus obras, la verdad es que me sentí deslumbrado por su colorido, su soltura y resolución en las pinceladas y en los temas, con claras influencias impresionistas, más bien postimpresionistas, puesto que era un impresionismo más avanzado y menos meticuloso en el dibujo que el de los primeros impresionistas, y que caminaba resueltamente hacia un expresionismo figurativo, lleno de fuerza, alegría en el color, muy mediterráneo y de rico cromatismo, dando todo ello como resultado una obra de inconfundible trazo y personalidad en su estilo, perfectamente identificable sin necesidad de firma. Posteriormente, quizás influido su espíritu por la dolorosa perdida de su querida hija, aquella riqueza cromática plena de alegres matices se fue haciendo mucho más austera en la gama de colores, desembocando en su etapa de blancos y grises, de mucha personalidad, como la anterior o más si cabe, y que en conversaciones mantenidas con él me confesó que apreciaba más que la anterior, más colorista.

En esta última etapa de grises y blancos se le aprecia un toque melancólico, con un estilo marcadamente expresionista, con las figuras distorsionadas o desdibujadas por voluntad propia, olvidándose de cualquier atisbo de ortodoxia, tanto en el dibujo como en el color, para así dar rienda suelta a sus sentimientos más íntimos, y con un estilo figurativo pero vanguardista y muy personal a la vez, que nos recuerda ligeramente a los seguros trazos del mejor cubista a Picasso, pero que no se ve anulada su personalidad y nos muestra al gran Fernando Soria, inconfundible como pintor y como persona.

Siempre estará presente en nuestra memoria y nuestros corazones.

Pedro Ortiz

(Editorial del mes de mayo de 2015 de la Asociación de Artistas Alicantinos)





Sobre la abstracción

23 07 2014

No se puede, de una manera honrada y madura, llegar a practicarla de buenas a primeras, sin haber pasado primero por el obligado dominio de las formas clásicas y sus técnicas, de dibujo, perspectiva, colorido, composición, etc. Porque de lo contrario estaríamos mintiendo al personal y a nosotros mismos. Para llegar a ella de una forma coherente, sincera y madura se necesitan muchos años de práctica, de lecturas, de estudio, de investigación, y de dotes de creador unidas al sentimiento sincero de amar este lenguaje y de tener algo que trasmitir, porque si -como hacen muchos- se limitan a emborronar, lo que obtendremos será un bodrio, un pastiche infumable, de los del todo vale si se puede vender con un buen marketing, y no es eso.

Realizar un abstracto con sentimiento, con un lenguaje personal y con unas ideas que trasmitir al personal espectador, es tanto más difícil que recrear una figuración, si se dispone de las habilidades del oficio a las que antes me refería.

Y de igual manera, es harto complicado para los espectadores llegar a penetrar en el mundo de la abstracción y disfrutar con su contemplación. Es una tarea ardua, que también nos llevará años de ver, estudiar y contemplar multitud de nuevas formas de la plástica, que están encriptadas por lenguajes muy personales y que parten muchas veces del subconsciente, y por cierto, muchas veces el público, incluso los supuestos entendidos, atribuyen a este tipo de realizaciones, visiones o interpretaciones que nada tienen que ver con las intenciones últimas del autor.

Para empezar y terminar, no pretendan comprender todas las sutilezas que el autor quiso expresar. Eso de: “Es que yo no lo entiendo” es un craso error. Este tipo de arte hay que sentirlo, y para hacerlo mejor y de una forma más cercana a lo que quiso trasmitirnos el autor, guiarnos en lo posible del título, si es sugerente sobre la obra, del lenguaje de su trayectoria y de los escritos aclaratorios sobre la misma, que aunque el autor no necesariamente deba de darlos, no es mala cosa que lo haga, pues si no es capaz de hablarnos de nada acerca de su obra, malo, estaremos ante el antiarte.

Y por supuesto, aunque no lleguemos a las recónditas profundidades de su expresión plástica, si hay un mínimo de sensibilidad y de calidad en la obra, ésta nos debe de trasmitir alguna emoción. Si nos deja impasibles y fríos, digamos que no estamos ante una buena realización, y mucho ojo que hay mucho diletante y listo bien arropado.

Pedro Ortiz

(Editorial del mes de junio de 2014 de la Asociación de Artistas Alicantinos)